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Quedan las paredes, los ecos de las voces, de los llantos y las risas que rebotaron, que penetraron y le dieron alma y vida a esta casa; quedan las sombras de los objetos que se tatuaron con el sol de cada tarde y los reflejos escondidos en cada uno de los espejos que ahora se cubren para dormir el sueño eterno.


Queda el polvo, las marcas del tiempo que pasa y que borra de a poco las formas cubriendo con su velo pardo los colores que aún respiran; robando los restos de vida y los aromas que alguna vez fueron carne que habitaba estos confines. Formas que construyeron un mundo del que ahora solo quedan vestigios, tesoros ocultos en los roperos y nostalgia de lo vivido.
 

Quedan restos de vida en los objetos, la búsqueda incansable de señales divinas que nos hagan sentir que todo esto no es más que un sueño, que cuando podamos por fin abrir los ojos encontraremos frente a nosotros algo más que las muecas efímeras de los recuerdos, encontraremos el amor que se ha ido y sentiremos el abrazo que no volverá jamás.

EL

DESTINO

DE

TODO

Texto: Arely Lorenzana

Fotografías: Ninfa Sánchez

© 2021 ninfa sánchez

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